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Educar es dar oportunidades. Vaya por delante que esta frase no es mía, muchos de vosotros la conoceréis y estaréis conmigo en que resume de forma sencilla la labor que tenemos entre manos. Hace años que la tengo presente porque educar no es lo mismo que enseñar. Todo educador enseña pero no todo enseñante educa.

La enseñanza empezó siendo mi medio de vida para terminar siendo mi manera de vivir. En el trayecto (que no ha sido fácil) ha habido luces y sombras, muchas alegrías y también sinsabores, pero ha merecido la pena.

Actualmente imparto la asignatura de Ciencias Sociales en 3º de ESO. Cuando, a principios de curso,  mis alumnas/os me preguntan de qué va la asignatura yo les respondo que les servirá para entender el “Telediario”; se ríen e incluso algún atrevido se aventura a decir que a ellos eso no les importa, y mentalmente yo respondo…”ya veremos, tiempo al tiempo”. Ellas/os no saben que lo que yo persigo es enseñarles a escuchar para brindarles la oportunidad de comprender su presente. Si lo logro, habré conseguido educarles y si no lo logro, sólo habré intentado enseñar.

A lo largo de mi vida como docente también impartí Historia e Historia del arte en ESO y en Bachillerato. En la primera enseñé lo que la humanidad ha hecho (no interesa normalmente a la adolescencia) pero no saben que lo que importa de verdad es educar su responsabilidad, prepararles para que comprendan que el pasado está encadenado al presente, y  tengan claro que sus fallos y sus logros de hoy les conducirán a un futuro peor o mejor, pero que está en su mano.

En Historia del arte (mi asignatura preferida porque esa fue la especialidad elegida en la carrera) fue muy fácil o esa impresión me ha quedado después de los años. Es raro que a los chicos/as no les guste ver imágenes de obras bellas, entre otras cosas porque suele relajarles y cuando les explicas su origen, dificultades de construcción, su significado, su autor…, se sorprenden. No imaginan que tras esa información hay un empeño en educar estéticamente, y eso también es brindar una oportunidad.

Soy una persona afortunada porque me han brindado muchas oportunidades.

Mi primera oportunidad se la debo a mis padres cuando eligieron el Sagrado Corazón como el colegio en el que debía educarme; los valores que aquí aprendí, los valores vicencianos, son importantes para tenerlos presentes a lo largo de la vida. Solidaridad, entrega, atención a los más débiles…son valores universales y atemporales. Gracias, muchas gracias a todas aquellas Hijas de la Caridad que me educaron en ellos.

Mi segundo paso por el Sagrado Corazón fue bien distinto. Tras seis años de estudios en Madrid (COU y la Licenciatura) encontré trabajo en este centro como profesora; no era esa mi meta profesional, pero las circunstancias de aquel momento me aconsejaban aceptar el puesto, este iba a ser mi medio de vida. La vocación docente se fue haciendo poco a poco hasta que me pareció un trabajo no sólo aceptable, sino precioso.

El día a día con alumnos que respondían a mis expectativas,  el contacto con padres de alumnos que valoraban la labor del profesor, formar parte de un claustro de compañeros con los que siempre he podido contar, y personal no docente dispuesto a ayudar, me brindaron la segunda oportunidad en el terreno de la educación: transformar mi medio de vida en manera de vivir, ¡nada más y nada menos!. Gracias, mil gracias a todos ellos.

Cuando Sagrado Corazón se transformó en Trilema descubrí que tenía bastantes cosas que aprender y eso, cuando te llega con unos treintaicinco años de experiencia te asusta un poco, pero… ¡Oh sorpresa! aprendí lo que era sentir el “tú también puedes”, por no hablar de la maravillosa experiencia que para mí ha supuesto el trabajar con profesorado del antiguo Colegio San José y con personas que nada tenían que ver con Soria. Considero todo esto como la tercera oportunidad en mi tarea docente. Gracias por confiar en mí hasta este momento en el que soy yo la que digo adiós.

Por último quiero agradecer lo más importante: jamás me he sentido sola en mi colegio y eso dice mucho de todas las personas que me acompañaron en el pasado y que seguís estando ahí en el presente, vosotros habéis sido y seguiréis siendo (porque no pienso perderos de vista) mi valiosísima oportunidad.

Carmen Alonso Heras

Profesora de Educación Secundaria

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